Discurso de Diego Muñoz, presidente de SADEL, para el 25° Aniversario

Palabras de Diego Muñoz, presidente de la Sociedad de Derechos de las Letras.

Discurso para el 25º Aniversario de SADEL

A cargo del presidente de la Sociedad de Derechos de las Letras

25 años son un período lo suficientemente largo para medir el impacto de una idea y la solidez de una institución. Hoy no celebramos solamente una fecha en el calendario, sino que conmemoramos un cuarto de siglo de convicción, tenacidad, esfuerzo y —sobre todo— de resultados concretos.

La historia de Sadel comenzó en el año 2000, con la visión de un grupo de autores fundadores —Jorge Edwards, Guillermo Blanco, Raúl Zurita, Teresa Calderón, Alejandra Costamagna y muchos otros— que se atrevieron a imaginar un futuro más justo para los creadores. Pero las ideas, si no son acompañadas de acción, se quedan en buenas intenciones.

De hecho, nuestro primer gran hito fue una prueba de resistencia: tardamos ocho años en obtener del Estado el reconocimiento como Entidad de Gestión. Ocho años durante los cuales nos enfocamos en conseguir socios que hicieron crecer a nuestra organización y que nos sirvieron para forjar nuestro carácter con las artes de la perseverancia.

En 2005 incorporamos a los editores, entendiendo que en la cadena de valor del mundo del libro requería de su presencia activa. Durante esos primeros años, Sadel representaba lo que en los países desarrollados denominaban los derechos de reprografía, y en consecuencia ofrecíamos a los centros de estudio licencias que permitían fotocopiar de manera parcial los libros que utilizaban en su labor educativa. Así, nuestra labor se inició negociando con las universidades y sus centros de fotocopiado; así, en primera instancia, obtuvimos algunos convenios de bajo valor económico.

En 2012, siguiendo el camino de las entidades de gestión de los países industrializados, incorporamos la discusión para incluir también la digitalización. Así, en 2014 dimos un salto fundamental: fueron incorporados los derechos digitales. Ya no éramos solo una sociedad de fotocopias; éramos una entidad que se abría a la era digital, cuya preponderancia ya se advertía.

La teoría, sin embargo, chocó contra la inercia y la antinomia legal y fue necesario llevar nuestro principio a los tribunales. Fue así como, en 2018, el Consejo aprobó la utilización de la vía judicial y tuvimos que interponer nuestras primeras demandas. Esa decisión fue un punto de inflexión y la llave que abrió las puertas que antes encontrábamos cerradas.

Los números, desde entonces, hablan por sí solos. La recaudación anual se ha sextuplicado en el periodo que va desde 2020 hasta 2025 y el número de matrículas cubiertas por nuestras licencias se ha más que duplicado en el mismo periodo, superando las 545 mil este año.

Y este año, hemos logrado un hito destacado:  concretar nuestro primer acuerdo de licencia para un Instituto Profesional y Centro de Formación Técnica, del grupo Santo Tomás, y adicionalmente comenzamos las acciones con colegios, lo que ha expandido nuestro campo de acción.

Estas cifras no son abstractas. Representan el reconocimiento tangible del trabajo de cerca de 500 autores y autoras socias y de las 88 editoriales que forman parte de Sadel.

Este camino no lo hemos transitado solos. Reconocemos el indispensable apoyo inicial de la SCD y el trabajo de tantos consejeros, consejeras y profesionales que han realizado aportes muy valiosos.

Este año logramos tener una pequeña oficina propia, que simboliza la institucionalidad que hemos construido. Y hemos sido liderados por una diversidad de voces, desde nuestro primer presidente, Jorge Edwards y por varias presidentas, como María Carolina Rivas, Patricia Politzer, Alejandra Matus y Vivian Lavín, demostrando que la defensa de los derechos no tiene género.

Sadel existe para proteger, poner en valor y gestionar los derechos de autoras, autores y editoriales chilenas, e incidir en políticas públicas que los resguarden.  Los desafíos son claros: defensa de la creación que permita un círculo virtuoso y fomente la creación de intelectuales.

De cara al futuro, se suman a los actuales desafíos:  la inteligencia artificial, la atomización de los medios y la devaluación del contenido.

Frente a la IA, nuestro reto es evitar que se convierta en el gran ‘fotocopiador invisible’ que use las obras de nuestros autores sin compensarlos.

Frente a la atomización de los medios, debemos evolucionar para gestionar los derechos en un mundo donde el contenido ya no está en unos pocos libros, sino en miles de fuentes digitales dispersas que no necesariamente reconocen la autoría de las ideas ni de los fragmentos.

Y frente a la devaluación del contenido, nuestra misión es reivindicar hoy más que nunca que el conocimiento tiene un valor y que quien lo crea —los autores y autoras— merece su justa retribución.

Nuestra respuesta se basará en tres pilares:

Innovación: Desarrollar modelos de licencia y herramientas de monitoreo para las nuevas formas de explotación digital.

Expansión: consolidando nuestra presencia en el sector técnico-profesional y llegando a todos los creadores de contenidos, sin importar la plataforma para la creación literaria.

Fortaleza legal: pues sabemos que es necesario mantener nuestra capacidad de litigio para sentar jurisprudencia y defender lo avanzado.

Quisiera terminar con un agradecimiento a cada asociado por su confianza. A nuestro equipo técnico y legal, por convertir los principios en realidades. Y a todos los consejeros, pasados y presentes, por su dedicación.

No hemos llegado hasta aquí por casualidad. Llegamos por convicción y perseverancia. Y es con esa misma determinación y el trabajo bien hecho que seguiremos construyendo el futuro de Sadel con la misma tenacidad que el pasado.

Muchas gracias. Y feliz aniversario.